Esa música, ese tango, ese ser nacional, local o urbano.
Esas pasiones encontradas, ese ritmo frenético, ese lunfardo, esa identidad, que no nos deja huir…
Buenos Aires, la del acento rítmico y sonoro, la de muchos colores y matices, la cosmopolita y multifacética, la que es siempre nueva pero que mastica años de historias profundas.
Buenos Aires, donde Dios tiene oficina, siempre lista y siempre impredecible. La organizada en su caos y colapso del transporte.
La que no se calla sus desacuerdos, la que pelea por sus convicciones y su bolsillo.
La de los pibes de la esquina y el asado en un jardín lleno de mosquitos. La de las paredes con ineludibles manchas de humedad.
La del mate a la tarde y el fútbol en un pasaje en Villa del Parque. La del restorán caro con gente pituca que sólo conoce dos barrios. La del graffitie en las paredes y la de los artistas inspirados en Phs al fondo. La del vino un jueves y la milonga un martes. La del tránsito en Avenida Córdoba a las 3 am.
Dueña de oscuras contradicciones y misterios de amor, de muerte, de inmigrantes y emigrados, de héroes, de arbolitos y chantas. Se comunica con cantitos futboleros y es testigo a diario de abrazos que quitan el aliento.
Buenos Aires, que ata y desata, que ama y odia, te suelta y te sube a lo más alto para dejarte caer con ruido. Te hiere y te deja cicatrizar, para que te mires la marquita y no la olvides.
La que me hizo la vida imposible, me expulsó y me llamó a gritos.
Ahí nací y ahí amé. Viví, sentí, soñé. La extrañé y dejé mil veces, sin saber si volvería, pero con la convicción interna de que sí.
La imaginé vacía y distante. Con smog y con atardeceres en las vías tercermundistas del tren de Devoto.
Ahí me inspiré y volví a llorar. De tristeza, de alegría y por amor.
Ahí te escribí cuando te fuiste. Ahí, donde dejaste un cartel de “se alquila” en un piso 7 en Palermo y un pisco a medio tomar en Caballito.
Ahí mismo, donde siempre te va a esperar en alguna esquina, una mesa de madera gruesa y agrietada, un cortado en jarrito, todo lo que nunca te dije, y un nudo en la garganta.
"Buenos Aires es como contabas..hoy fui a pasear..y al llegar a la Pza de Mayo me dio por llorar, y me puse a gritar ¿Donde estás?"..
ResponderEliminarBuenos Aires, como un baile de tango, es un amor eterno de 3 minutos. También, como el tango, es nostálgica, gris, pero apasionada, sensual, histérica. Te expulsa y te atrapa. Te coquetea y te abandona. Por eso somos tan porteñas, lei. Porque nos excita lo efímero.
Te quiero amiga. Sofi
y sí, es así. incluso yo con la sangre media gringa puedo precisarlo ; ) buenos aires will spit in your face with the muffler-less fleet of unregulated, privatized colectivos and then you see people hustling and end up telling the city, "no, pero vos, linda, vos tenés todo perdonado por hoy - chin-chin" como si no supieras que te había sucedido
ResponderEliminarno sé todavía, pero como dice Sofi no puedo evitar que me excite lo efímero. COMO QUE ME VOY A CASAR ASI!?
- Syd
123 probando.
ResponderEliminarExcelente, ya te lo dije. Hago la prueba de comentar, respondiendo a tu pedido desesperado. Veremos si funciona.