jueves, 18 de marzo de 2010

lunes, 8 de marzo de 2010

sueltos.

Me dijo que podía estar bien en cualquier lugar, siempre y cuando estuviese bien adentro. “Acá”, se señalaba, llevándose las manos al pecho.
Me buscó, por Buenos Aires, por el sur, por su vida y la mía.
Me observó y me dio lo que necesitaba. Un par de videos en youtube, una llamada y un aparecimiento en lugar y momento justos.
Estaría bueno verte y “hablarmonos”, decía el mensaje que me despertó aquella mañana.

En el bar me dijo que estaba cansado de amores efímeros. Que estaba seguro de lo que sentía... pero no estaba seguro de quedarse en este lugar. “Otra vez sopa” pensé, nada más que está vez estoy un poquito más complicada. Mi emocionalidad física es incareteable.
Me dijo que el amor crece, y necesita tiempo. Pero él no lo tenía. Pero no me quería dejar de ver. Pero me entendía. Y me quemó el cerebro. O lo que queda de él.
Lo escuché y no lo entendí. Entendí que ninguno de los dos acepta su naturaleza solitaria, y a veces parece que ciegamente la negamos. Entendí que no es una persona de veredictos amorosos firmes. O al menos que les escapa con mucha retórica barroca. Como yo.
Me encantás, mucho. ¿Pero cuánta seguridad me puede dar un nómade? “Vos también lo sos”, sentenció. “Si me quedo acá, no sé si vos te vas”. Ok, tenés un punto.

Vidas fugaces, profundas amistades de días, enseñanzas de hostel, dedo, micro y tren. Y ese deseo incontenible e inagotable de irse. De ir, conocer, de ver. O de ir, y volver. Pero ¿adónde? “Es que son inalcanzables”, me repite mi amiga, como con la intención de tatuármelo en mi necia mente.

Me dijo que prefería vivir el momento a quedarse con la duda de lo que podría haber sido. Siempre fue mi filosofía, le dije. Pero por una vez en mi vida tengo que pensar en algún tipo de escudo de mi sentimentalismo.

Así que acá estoy de vuelta, como al principio. Sentada frente a la pc, escribiendo. Porque estar online es estar solo. Es tener una relación virtual. Añorar algo que no sucede. Entonces decidí juntarme con cosas más reales. Como un jardín con flores y un cigarrillo, ponele. Como ahora. Por eso los dejo, algo real me está esperando.