martes, 6 de julio de 2010

Quereme así, piantada. (piantada, piantada)


El viento pre tormenta estremecía hasta el último rincón de su ser. Sintió a todo humano circundante huir de lo que se venía. Sintió como cada gota iba golpeándole el cuerpo y las ideas. Sintió a las hojas de los árboles moverse al ritmo de sus latidos. Sintió a sus lágrimas mezclarse con la lluvia, hasta formar un solo curso. Cerró los ojos, para mimetizarse con el más cercano efecto de la naturaleza en pleno desierto de artificialidad. Sola.

Abrió los ojos y lo vio. Vio cómo la miraba, casi estremecido, mientras el agua por poco les lavaba los pensamientos.
¿Y vos qué hacés acá?
Vine porque él me lo pidió. Quiero escuchar tu historia.

Y así comenzó:
Las nochecitas porteñas tienen ese qué se yo, viste? Salgo del trabajo por Defensa protegiéndome de la humedad, lo de siempre en la calle y en mí, cuando de repente, detrás de Mafalda, aparece él. O su imagen congelada en mi mente.

Mezcla freak de penúltimo bohemio anti-hippie, anti-sistema, aburguesado, amasando panza de casado con pasajero en el irrealizable viaje al otro lado del mundo. Parece que sólo yo lo veo, porque camina entre la basura, las luces amarillentas le titilan, los árboles lo saludan, los pájaros le guiñan y los autos lo ignoran. Se acerca a mí y así, medio viajando, medio volando y medio soñando, se saca la capucha, me regala un chocolate con menta y me dice:
Yo también me tiraría encima tuyo.

Esperaba que me dijeras eso. O sabía que me lo dirías, que para el caso es lo mismo.
Seguís igual de loca. Decime algo nuevo por favor. Para mantenimiento de statu quo por lustros ya estoy yo.

A vos te vi tan triste.
Es que tanto cemento a veces quiere hacerme olvidar el porqué de todo esto. Si es que alguna vez le vislumbré la punta del dedo meñique.

¿Qué nos cambió? ¿Qué nos preservó de esta manera?

Vení, volá, sentí, el viejo nuevo mundo que traje para vos.

Y así la loca lo invitó a subirse a su graffiteada van, a recorrer su ilusión supermetafórica. Se fueron a andar los adoquines, las velas chorreadas y las Heineken excesivas. Los taxistas los aplauden: ¡Viva, viva! Dos locos que reencontraron el amor.

Vení, flaco, vení, abrite los retorcimientos que podemos intentar la trágica locura total de revivir. Reconstruir. Resentir.

Pensé que íbamos a conversar más, pero no pude. Quizás otro día me muestre más como soy, y hablemos de cosas importantes.

Y se volvió a ir. O yo me volví a ir. O ambas.

Entonces regresé al lugar donde todo comenzó. A llorar mi mañanita botánica a la espera de un salvavidas que nos ayude a volver a reconocernos.

Gracias por relatarme, flaca. Pazienza ci vuole tempo… ma il tempo forse sia soltanto la confermazione di quello che già sapevi da prima, da sempre. Se lo voy a decir al flaco.

Deciselo, total. Ya lo sabe.

5 comentarios:

  1. Porteño. Romántico. Un poco loco. Sincero.
    Un relato con perfume a Lei, a tango y a Buenos Aires.

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  2. animas a animarse
    y mostras el costado mas lindo de toda mujer
    ser fiel a su esencia
    GML

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  3. Esta vez no puedo comentar, pero te invito a mi blog: http://laplumaligera.blogspot.com Cariños.MADONA

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  4. Esta es la famosa alucinación neurótica. Nadie está a salvo de la locura, menos que menos alguien que sabe amar.
    Seguí escribiendo lei!

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  5. Maximiliano Fields Rivers10 de noviembre de 2010, 17:48

    Los "normales" son la estadística, son aquellos que no te impresionan, que no te asombran, no te enojan ni te dan felicidad, tampoco te arrancan un suspiro ni te dejan con la boca abierta. Normal, es el escudo de los mediocres, de los que no se animan a más, de los que se aburren a sí mismos y conjugan el ser y el deber ser como se conjuga sujeto y predicado, siendo meros nexos coordinantes de verdades que los superan y de las cuales ni siquiera quieren enterarse. Los locos, los piantados, los que se animan, son los que hacen las verdaderas revoluciones, los que se lanzan al mundo sin temor a equivocarse. Los que te dan ganas de conocer y encontrarte.

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